Guerra Mundial Z: zombis vs. Brad Pitt (I)

Guerra Mundial Z

O Brad Pitt contra los zombis, que si él es la estrella, los muertos vivientes pasarán seguramente a un segundo plano. Por algo produce la película...

El subgénero zombi, encuadrado habitualmente dentro del terror y en el marco genérico del fantástico, está conociendo una explosión en los últimos años en todos los ámbitos de la cultura popular: videojuegos (las sagas Resident Evil o Dead Island), cómics (The Walking Dead o Marvel Zombies), televisión (Dead Set o la adaptación de la mencionada The Walking Dead), literatura (entre infinidad de ejemplos, la trilogía de Los Caminantes de Carlos Sisí, ambientada en Málaga y Granada), música (diversos grupos y artistas han dedicado vídeos o canciones a nuestros amiguitos), etc.

Guerra Mundial Z está dirigida por Marc Forster (Cometas en el cielo, 007: Quantum of solace) y se basa en una novela de Max Brooks (hijo de Mel Brooks), quien ya había visitado el género con Zombi: Guía de supervivencia.

Bella sin alma

La figura que nos ha legado el cine acerca del zombi dista bastante de su origen: en un principio eran muertos devueltos a la vida mediante un ritual vudú con la intención de tenerlos como esclavos y sometidos a la voluntad del resucitador. Vamos, mano de obra barata y que no proteste. En el fondo casi todos somos zombis...

La legión de los hombres sin alma Este zombi "clásico" dio lugar a varias películas muy estimables, como La legión de los hombres sin alma (White Zombie, 1932), de Victor Halperin, considerada la primera película de zombis. Con un argumento folletinesco (pareja que se va a Haití a celebrar su boda convencida por un tipo que en realidad está enamorado de ella y que no dudará en usar el vudú para conseguirla), la cinta se beneficia de un Bela Lugosi en pleno apogeo de sus facultades para generar terror en la platea, aquí como el malvado hechicero que tiene sus propios planes. Halperin reincidiría en la temática con La rebelión de los muertos (Revolt of the Zombies, 1936), ya sin Lugosi, sin Haití y sin chispa alguna.

Yo anduve con un zombie (I walked with a zombie, 1943), de  Jacques Tourneur, narra una terrible historia de amor en la que una enfermera, contratada en una plantación de una isla tropical para cuidar de la esposa enferma del terrateniente, descubre que esta ha sido convertida en zombi por la esposa del hermanastro de aquel para no destruir su matrimonio. Que el de su cuñado se vaya al garete es lo de menos...

Yo anduve con un zombie Rodada con un ajustadísimo presupuesto, la onírica ambientación, la insinuante fotografía o la aparición del zombi Carrefour (sí, Carrefour) hacen de este film una de las cumbres del fantástico y del tándem Jacques Tourneur / Val Lewton. Por cierto, existe un triste remake, Ritual (ídem, 2002), de Avi Nesher, donde se adapta la historia a los nuevos tiempos inundándola de sangre a cascoporro.

Durante la década de los 40 y 50 los zombis aparecieron en un sin fin de películas de serie B o Z, donde desde el principio parecían haber quedado relegados, y es que estas criaturas nunca contaron con el prestigio de un Drácula o un Frankenstein. La lista de cintas de esta época es casi interminable... Quizá la más conocida, y no precisamente por sus méritos, sea Plan 9 from outer space (1959), del inefable Ed Wood, con unos extraterrestres resucitando muertos para llevar a cabo sus planes que, por una vez, no son de dominación. Al otro lado del charco, la mítica productora británica Hammer también se subió al carro con la estimable La plaga de los zombies (The plague of the zombies, 1966), de John Gilling, una de las últimas películas en hacer uso del zombi clásico.

Dentro de este tipo de zombi también cabe destacar el retrato antropológico que de él firmó Wes Craven en La serpiente y el arco iris (The serpent and the rainbow, 1987), película basada en el libro de Wade Davis y sus investigaciones acerca de los ritos vudús.

La noche de las resurrecciones

La noche de los muertos vivientes1968 es el año clave de la filmografía zombi. Con un presupuesto irrisorio y actores no profesionales (familiares y amigos, vaya), George A. Romero estrenaba La noche de los muertos vivientes (Night of the living dead), consiguiendo una recaudación global casi 300 veces superior a su coste de producción. El argumento, simple y bien conocido (un grupo dispar de personas, refugiadas en una casa, es atacado por zombis, diezmándolo y convirtiendo a sus componentes a su vez en zombis), definió al nuevo tipo de muerto viviente que llenaría las pantallas y vitrinas de videoclubs en las décadas posteriores: no son controlados por nadie sino que vuelven a la vida por motivos que no son importantes (un satélite, radiaciones, vertidos químicos... cada película fue creando un origen propio); se alimentan de carne humana (ce-re-brooos), siendo esta su única motivación; son lentos, torpes y cortos de entendederas, pero su mordedura es capaz de transformar en zombi al que la sufre en menos que canta un gallo, por lo que se multiplican rápidamente.

Si con el zombi clásico el temor residía en que la voluntad propia fuera dominada por otra persona siendo el cuerpo utilizado al antojo de esta, en el nuevo modelo pasan a ser seres deshumanizados con la capacidad de infectar y destruir el seno de aquello que nos proporciona seguridad. La familia, las relaciones, las clases y convencionalismos sociales desaparecen engullidos por el afán devorador del nuevo zombi, para revelar en última instancia que el mayor peligro para el hombre, vivo o muerto, no proviene precisamente de los pobres zombis.Zombi

Romero reincidiría en la temática hasta 5 veces más hasta la fecha: Zombi (Dawn of the dead, 1978), El día de los muertos (Day of the dead, 1985), La tierra de los muertos vivientes (Land of the dead, 2005), El diario de los muertos (Diary of the dead, 2007) y La resistencia de los muertos (Survival of the dead, 2009), de decreciente interés, aunque Zombi se ha convertido por derecho propio en un clásico y tanto esta como la original y El día de los muertos han contado con remakes (mejores o peores) o continuaciones bastardas (italianas o no...). La noche...  incluso ha dado lugar a otra saga, la paródica Return of the Living Dead, que tras la estupenda primera entrega ha ido perdiendo fuelle de modo lamentable.

Tiburones, cabezas reanimadas, madres caníbales... todo vale, señores...

Una de las muchas interpretaciones dadas a La noche de los muertos vivientes es que se trata de una alegoría de la guerra de Vietnam que en aquel momento libraba Estados Unidos. Crimen en la noche (Dead of Night, 1972), de Bob Clark, nos cuenta el regreso a casa de un soldado directamente convertido en zombi. Clark reincidiría en el tema con la menor La noche de los muertos (Children Shouldn't Play with Dead Things, 1973).

Nueva York bajo el terror de los zombi Al igual que ocurriera con el western, Italia canibalizaría los logros de Romero, matiscándolos y regurgitándolos en forma de cintas violentas, pustulosas, desvergonzadas, delirantes y en algunos casos geniales. Lucio Fulci fue el verdadero rey de la función y nos regaló unos cuantos puñetazos visuales que aún hoy consiguen removernos en las butacas: Nueva York bajo el terror de los zombi (Zombi 2, 1979), Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (Paura nella città dei morti viventi, 1980), El más allá (...E tu vivrai nel terrore! L'aldilà, 1981), Aquella casa al lado del cementerio (Quella villa accanto al cimitero, 1981) y Zombie 3 (Zombi 3, 1988). Que Nueva York... transcurra en una isla del Caribe y no donde se supone es perdonable si a cambio podemos disfrutar de la lucha entre un zombi y... ¡¡un tiburón!! El más allá se alzaría como su obra maestra, con más de un punto en común con la trilogía de las Tres Madres de Dario Argento, productor del Zombi de Romero.

La invasión de los zombies atómicos También italianas o en régimen de coproducción fueron, entre otras, Zombi Holocausto (Zombi Holocaust, 1980), de Marino Girolami, y Apocalipsis caníbal (Virus, 1980), de Bruno Mattei, donde mezclaban zombis y canibalismo, también de moda en aquellos años; la psicotrónica La invasión de los zombies atómicos (Incubo sulla città contaminata, 1980), de Umberto Lenzi, rodada en Madrid y Zaragoza; Zeder (1983), de Pupi Avati, con una visión más seria del zombi; o la posterior Mi novia es un zombie (Dellamorte Dellamore, 1994), de Michele Soavi, basada en un personaje de fumetto de Tiziano Sclavi, autor también del Dylan Dog adaptado en la mediocre Dylan Dog: Los muertos de la noche (Dylan Dog: Dead of night, 2010), de Kevin Munroe.

El zombi de principios de los 80 era tratado, en general, con respeto hacia su figura Muertos y enterrados(otro cantar es que algunas de las películas no valieran un pimiento). En los EE.UU. Don Coscarelli con Phantasm (ídem, 1979), John Carpenter con La niebla (The fog, 1980) o Gary Sherman con Muertos y enterrados (Dead & Buried, 1981) nos mostraron diferentes tipos de zombis, a veces a caballo entre el clásico y el moderno. Particularmente interesante es Muertos y enterrados, donde un sheriff de un pequeño pueblo investiga las extrañas muertes de gente que andaba de paso por él, descubriendo que casi todo el mundo parece estar implicado y que, además, al poco tiempo los difuntos caminan entre los vivos, aunque con ciertos cambios. La funeraria del pueblo parece tener mucho que ver en el asunto... A ritmo de pop nos llegó en 1983 Thriller, el videoclip de Michael Jackson dirigido por John Landis que revolucionó el concepto de los vídeos musicales.

Re-Animator En 1985 vio la luz la descarada, divertida y terrorífica Re-Animator (ídem), de Stuart Gordon, con el cunnilingus más demencial de la historia del cine. A estas les siguieron las más flojas La novia de Re-Animator (Bride of Re-Animator, 1989) y Beyond Re-Animator (ídem, 2003), ambas de Brian Yuzna. El mismo año Tobe Hooper nos regaló la maravillosa Lifeforce, fuerza vital (Lifeforce), donde unos vampiros del espacio, liderados por una maciza y desnuda Mathilda May, arrasaban Londres y, en su afán por llenar su nave espacial de fuerza vital con la que proseguir su viaje, sumergían la ciudad en un Apocalipsis vampírico-zombi. Imprescindible.

Abierta la veda del humor con Re-Animator y la ya mencionada Return of the Living Dead (aquí El regreso de los muertos vivientes, 1985, de Dan O’Bannon), no faltaron producciones que explotaran este terreno desmitificador. Así surgieron las simpáticas House, una casa alucinante (House, 1986), de Steve Miner; El terror llama a su puerta (Night of the creeps, 1986), de Fred Dekker, homenaje a las películas de terror de los 50 repleta de guiños al espectador avispado; Estamos muertos... ¿o qué? (Dead heat, 1988), de Mark Goldblatt, o la producción Troma Zombies paletos (Redneck zombies, 1989), de Pericles Lewness. Braindead: tu madre se ha comido a mi perro

El culmen de esta corriente llegaría con la hemoglobínica Braindead: tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992), de Peter Jackson, donde el director oficial de J.R.R. Tokien tomaba a nuestra Diana Peñalver y al mono-rata de Sumatra y los sumergía en la que se considera la película más sangrienta de la historia... Ese año también se estrenó la tercera entrega de la saga Posesión infernal, El ejército de las tinieblas (Army of darkness, 1992), de nuevo dirigida, como las dos anteriores, por Sam Raimi, donde la torpeza de su protagonista, Ash, provocará la aparición de un ejército de zombis y esqueletos que homenajea algunas cintas del recientemente fallecido Ray Harryhausen.

Desmarcada de esta corriente, y en un plano absolutamente dramático y terrorífico, Mary Lambert nos entregó Cementerio viviente (Pet sematary, 1989), basada en una novela de Stephen King que nos advierte de los peligros de enterrar a alguien en un cementerio de los indios Micmac. Hay que tener cuidado con lo que se desea...

Pulsa en el siguiente enlace para ver la segunda parte de este monográfico

Guerra Mundial Z: zombis vs. Brad Pitt (Segunda parte)


Rafa Wild

He visto cosas que no creeríais... De hecho, ni yo mismo me las creo. Probablemente no hayan ocurrido. Es más, seguro que me las he inventado. Vaya, que soy un redomado mentiroso... Así que no creáis nada de lo que vuestros ojos lean por aquí...

Ver más entradas de Rafa Wild

4 comentarios

  • Adriano Díaz 2 agosto 2013 a las 12:37 #

    Un listado super completo, espero que en la segunda parte hagas mención a la peli de Danny Boyle (aunque sean infectados) y las jollitas del cine patrio como la saga REC, "Cuento de Navidad", mi muy querida "No profanar el sueño de los muertos" y esos zombies templarios de Amando De Ossorio ¡qué peliculones!

    • Rafa Wild 2 agosto 2013 a las 13:08 #

      Gracias por tu comentario, Adriano. Por supuesto, de algunas películas de infectados hablaremos aunque no sean propiamente zombis, así como de la de Grau y de la tetralogía templaria de Ossorio. Con "Cuento de Navidad" imagino que te refieres a la de Paco Plaza, pero las TV-movies he preferido dejarlas fuera, excepto casos muy concretos. Eso sí, ¡¡hasta una cinta malagueña aparecerá en el próximo artículo!!

  • Sebas 2 agosto 2013 a las 13:43 #

    Buen articulo a la espera de esa segunda parte (ya podriais publicarlo todo en 1). Solo un pero, decir que Dawn of Dead es un clásico... Lo dirás porque es del 78, no?. Es que cada vez se emplea mas ese termino como sinónimo de obra maestra por muchos periodistas, y hombre, Zombi, tuvo su momento pero... no creo q se pueda decir q la factura de esta película sea extraordinaria. Por lo demás buena primera parte.

    • Rafa Wild 2 agosto 2013 a las 15:27 #

      Gracias por los ánimos, Sebas. Respecto a "Dawn of the dead", efectivamente me refiero a la original. Está claro que a la película le han pesado los años, pero de Romero no se puede decir que su fuerte haya sido nunca la factura visual. Siempre tiene un aspecto un tanto (o bastante) tosco y, sin embargo, no se puede negar que "Night of the living dead" o "Martin" son clásicos, cada una a su manera. Y aunque "Zombi" haya quedado en parte superada por su remake, también es cierto que la original fue un producto más valiente que la versión de Snyder y que, para los medios con los que contaba, salió una película bastante redonda, aunque esté algo descompensada. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero su influencia va mucho más del hecho de serlo o no.
      Espero que disfrutes también con la segunda parte del artículo, que aparecerá en breve. ¡Un saludo!