El Festival reserva lo mejor para el final

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Al fin, y al final, una jornada con dos proyecciones en el 18 Festival de Málaga. Cine Español que valen la pena. Incluso una de ellas parece haberse erigido en firme candidata a premios.

TECHO Y COMIDA

Rafa:

En esta época que nos ha tocado vivir, el cine cómodo y de evasión casi se ha convertido en un bien de primera necesidad. "Techo y comida", el debut en la dirección de largometrajes del jerezano Juan Miguel del Castillo, es cualquier cosa menos eso. Drama duro y sin concesiones ambientado en su ciudad durante, no sin ironía, el verano de 2012, trae a primer plano las consecuencias de la crisis y sus efectos devastadores sobre los más desfavorecidos. En este caso, una madre soltera y sin trabajo que no puede pagar el alquiler ni el sustento y se enfrenta a un desahucio al tiempo que pierde la ilusión y cierta visión inocente de la vida en su desesperada búsqueda de empleo y estabilidad.

¿Un dramazo? Sí en cuanto a lo que narra, aunque no es menos cierto que se trata de una realidad palpable. Lo que la hace destacable es la forma de contarnos la historia, huyendo de artificios, de melodrama barato, de maniqueísmos, de búsqueda de soluciones. Simplemente cuenta lo que hay en el desalentador día a día de la protagonista, una estupenda Natalia de Molina en un papel completamente opuesto al de la happy girl de "Cómo sobrevivir a una despedida" (y presumiblemente al de "Sólo química"), que se come la pantalla con el retrato de esa joven que se traga su orgullo para no hacer pública su situación y que su hijo pueda llevar una vida relativamente normal. Como es de esperar, acabará estallándole en la cara. También es de destacar la actuación del pequeño Jaime López, con un gran desparpajo y naturalidad ante la cámara. Y como curiosidad, sólo uno de los diversos personajes masculinos que aparecen es retratado de forma positiva

El guión no tiene giros extravagantes ni sin sentido. En cierto modo, lo que hace es acumular pequeñas y mundanas desgracias sobre esa joven que, como tantos otros, ve truncada su búsqueda de la felicidad entre las mentiras de unos y la indiferencia de otros. Y para esta lamentable situación, el director parece encontrar una única esperanza en forma de conciencia social, de empatía, de ayuda desinteresada a aquellos que lo necesitan. Algo que, tanto en la realidad como en esta ficción, ocurre por desgracia en escasas ocasiones. De ahí la necesidad de esta obra, que alza la voz sin estridencias contra el sistema reclamando lo que su título indica y pone cara y nombre a los más golpeados por la crisis.

Del Castillo consigue además que el pausado ritmo no decaiga y se siga la narración con interés. No estamos ante un telefilm de medio pelo, sino frente a un trabajo sobrio (pese a alguna leve salida de tono) y veraz de esa realidad cada vez más cercana, que cuenta además con las magníficas interpretaciones ya citadas. Una cinta arriesgada, pero a la vez muy honesta, creíble y necesaria. Lo más redondo e interesante, con cierta diferencia, visto hasta ahora.

Puntuación (sobre 10): 7,5.

 

A CAMBIO DE NADA

Rafa:

La segunda película de este jueves también es de un debutante: Daniel Guzmán, más conocido en su faceta de actor, ha presentado "A cambio de nada", historia de iniciación basada en sus propias experiencias. Partiendo de principios como la amistad, el honor o la persecución de los sueños, sigue a un adolescente que abandona un hogar roto en busca de libertad, yendo a vivir primero con un buscavidas de tres al cuarto que idolatra a Julio Iglesias (y su imagen de bon vivant) y que le inculcará cierto código de honor (aparte de ejercer de figura paterna), y posteriormente con una solitaria anciana, interpretada por la propia abuela del director, que le hará replantearse, con poco éxito, sus decisiones.

Lo mejor de esta obra se encuentra en el reparto, desde el entusiasta protagonista (convincente el malagueño Miguel Herrán) a la tierna anciana, pasando por el patético y algo miserable personaje, pero muy humano, encarnado por Felipe Vélez. La presencia de Luis Tosar es breve; básicamente, un nombre para vender mejor la cinta.

La película se mueve en un registro tragicómico algo amable que no siempre termina de encajar. Además, roza por momentos la incredulidad; es posible que los sucesos tengan una base más o menos real, pero eso no implica que el resultado en pantalla sea creíble, y quizás ahí radique el principal lastre de este voluntarioso trabajo. No obstante, la historia se sigue con interés y con una sonrisa; la humanidad de los personajes se encarga de mantenernos atentos.

No estamos ante un filme redondo, ni mucho menos. Hay altibajos en el ritmo y no consigue enganchar, pero la visión de la adolescencia (y del mundo adulto a través de los ojos de estos jóvenes) está alejada de otras propuestas del festival. Daniel Guzmán es un director que tiene cosas que decir mucho más interesantes que las del muy celebrado debut de Leticia Dolera, por poner un ejemplo. Y además, no aburre, que no es poco.

Puntuación (sobre 10): 5,5.

Rafa Wild

He visto cosas que no creeríais... De hecho, ni yo mismo me las creo. Probablemente no hayan ocurrido. Es más, seguro que me las he inventado. Vaya, que soy un redomado mentiroso... Así que no creáis nada de lo que vuestros ojos lean por aquí...

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